sábado, enero 21, 2006

Información y economía digital

Diversas teorías para diversos propósitos

En la clase anterior repasamos la historia de la computación e Internet, y vimos cómo el cambio social y tecnológico son paralelos, influyendo el uno sobre el otro, y viceversa. La tecnología sólo puede entenderse situada en un contexto determinado, y sujeta a interpretaciones diversas, incluso contrarias. Al mismo tiempo, ciertos comportamientos y cambios sociales sólo pueden entenderse a través de las posibilidades interpretativas que abren las nuevas tecnologías.

Esta visión de la tecnología tiene su base en la teoría del constructivismo social, y ha sido desarrollada por autores como Latour o Bijker. En próximas clases, veremos algunas de las teorías del constructivismo social aplicadas al estudio de la interacción sociedad-tecnología-sociedad, como por ejemplo la teoría de actor-red.

En la clase de hoy, sin embargo, nos fijaremos en otra manera de aproximarnos a la tecnología y a la información, basada en la economía. La economía de la información digital intenta establecer unos principios racionales, universales e inmutables que expliquen las características de la información y sus propiedades económicas.

Se trata de un punto de vista útil para entender la información digital como concepto, y su dinámica global a través de las nuevas redes de comunicación. El constructivismo social es adecuado para entender el uso social, en un contexto determinado, de una tecnología digital determinada, mientras que la economía aspira a una explicación de la información como un fluido con unas características específicas que condicionan su posibilidades de transmisión, distribución y rentabilización monetaria.

En nuestro estudio de la producción, gestión y distribución de contenidos culturales en la era digital, utilizaremos ambos marcos teóricos para explicar diversos fenómenos, procurando ser siempre conscientes de los límites de cada teoría. Veamos pues, ahora, la descripción de la información y las tecnologías digitales siguiendo la filosofía económica.

¿Qué es la información digital?

Entendemos por información digital cualquier dato sujeto de ser digitalizado. Un libro es información digitalizada en letras y signos de puntuación; un CD es información digitalizada en bits.

La información digital es costosa de producir, pero su coste de reproducción es mínimo. En terminología económica, hablamos de costes fijos altos, y costes marginales mínimos. Producir y recoger toda la información de la enciclopedia británica tiene un alto coste, pero una vez digitalizada, podemos reproducirla por menos de un euro. Además, la copia tiene una calidad parecida al original (los economistas hablan de la misma calidad, pero esto no es siempre estrictamente cierto).

Así mismo, la información digital es un bien no exclusivo: podemos dar información sin perderla nosotros. Este principio es la base económica, por ejemplo, de los programas de intercambio de archivos entre pares (tecnología “peer-to-peer”, por ejemplo el “eMule”) Cuando comparto un archivo de música con otro usuario, no lo pierdo, si no que conservo mi copia, y con la misma calidad.

En resumen, la información digital obedece a tres principios económicos:
  • Producción: costes fijos altos, costes marginales mínimos
  • Reproducción: la copia tiene la misma calidad que el original, y el original nunca pierde calidad
  • Distribución: bien no exclusivo, puedo dártelo sin perderlo

El problema de rentabilización de la información digital

Puesto que copiar la información tiene coste casi cero, en términos económicos carecemos de incentivos para producir la información en primer lugar. Tradicionalmente, este problema se ha solventado mediante acuerdos sociales, como por ejemplo los derechos de autor (“copyright”) o las patentes. Los economistas llaman a estas intervenciones sociales “costes de transacción”, es decir, costes que no pertenecen estrictamente al producto, si no que se imponen a su transacción.

Sin embargo, las tecnologías digitales subvierten estos costes de transacción: para funcionar, el copyright necesita que la información sea un bien encapsulable, concreto. Por el contrario, la información digital circula por la red como un fluido, copiándose infinitamente desde infinitos orígenes. El problema, pues, no se resuelve con una ley de copyright, puesto que en la práctica es muy difícil imponerla.

Actualmente, este problema económico es central para el futuro de la producción y distribución de cultura en medios digitales. En la cuarta sesión trataremos en profundidad este tema. Apuntamos ahora algunas soluciones económicas al problema:

  • Versionar la información: ofrecer distintas versiones de una misma información, a precios diferentes. Por ejemplo, el sistema de ediciones en tapa dura primero, y más tarde en ediciones de bolsillo. O bien la posibilidad de descargar música gratuitamente (con mayor riesgo y menor velocidad) o hacerlo desde un servicio de pago como Itunes.
  • Buscar el beneficio en mercados paralelos. Por ejemplo, ofrecer la música gratuitamente en Internet, y recuperar los costes de producción mediante conciertos o ediciones especiales de los discos.

Otros autores simplemente opinan que la producción y distribución de cultura no debería seguir la lógica del mercado en la era digital, y que por lo tanto carece de sentido pretender solucionar el problema según la ideología de mercado impertante. Aunque parece improbable que en el contexto político-económico actual dichas teorías lleguen a ponerse en práctica, en el caso del software abierto son una realidad indiscutible.

La información como experiencia

Los economistas hablan de la información como un “bien experiencial” (intentando traducir un concepto anglosajón intraducible: “experience good”). Simplemente, esto significa que para poder valorar una información, antes tengo que comprarla. ¿Pero cómo puedo decidir si vale la pena comprarla? Es imposible. Los economistas hablan de problemas de marketing, es decir, de someter la información a las leyes del mercado.

Para solventar este problema, se recurre a diversas estrategias, como por ejemplo:

  • “Sampling”: ofrecer muestras de información sin coste, que permitan valorar la adquisición de dicha información. Por ejemplo, Amazon permite la lectura del primer capítulo de la mayoría de libros de su catálogo (como es el caso del primer capítulo de Information Rules que colgué en la web, y que hemos leído para preparar esta clase). La portada de un periódico, con esos titulares tan grandes para poderlos leer desde lejos, cumple la misma función.
  • “Branding”: crear una marca que avale la información mediante la reputación. Por ejemplo, si somos de derechas compramos el ABC, pero si somos de izquierdas nos decantamos por El País.
  • “Infomediación”: creamos mediadores de información, que actúan como filtro entre el productor y el consumidor de información. Por ejemplo, la crítica literaria o los sistemas de recomendación de películas como filmaffinity.com

Hoy en día, la industria cultural está anclada en un modelo económico de sociedad industrial de masas: se producen miles de discos, libros, películas… con la esperanza de que alguno se convertirá en un éxito de masas que compensará el resto de la producción. Se invierte en cantidad antes que en calidad. Por ejemplo, ¿cuántas colecciones de libros conocéis que siempre publiquen libros de calidad? ¿Cuántos sellos discográficos existen que siempre editen buena música?

Lo mismo sucede con la infomediación. Actualmente, la estructura productiva de la industria cultural implica una infomediación puramente comercial, otra vertiente del marketing. Por ejemplo, la lista de los 40 principales sigue criterios comerciales (se vende cada puesto en la lista al mejor postor). O bien el premio Planeta, que es una marca (“brand”) que asegura ventas, pero ha conseguido el “branding” a golpe de talonario y no de calidad.

Resumiendo, el segundo problema económico de la información digital es resolver la tensión entre cuánta información damos gratis, y cuándo empezamos a cobrar. Este problema nace debido a que, en términos económicos, la información es un “bien experiencial”.

Sobrecarga de información


Como dijo el premio Nobel de economía Herbert A. Simon, “a wealth of information creates a poverty of attention”. Es decir, “la abundancia de información provoca la pobreza en la atención”. El problema de la sociedad digital no es acceder a la información (que es algo tecnológicamente superado, siempre que se disponga de dinero ☺) sino filtrar la información relevante. En términos económicos, hablamos de sobrecarga de información ó “information overload”.

Localizar, filtrar y distribuir la información relevante es tan importante como producir la información relevante. En una economía digital, los servicios de localización y filtrado de información serán centrales, como demuestra el caso de Google. En el plano de la producción y la gestión cultural, veremos que la industria cultural está en crisis porque todavía sigue un paradigma de producción masiva, en lugar de ofrecer servicios de localización y filtrado.

Internet es único porque aúna en una misma tecnología las características de un medio de comunicación de masas (“broadcasting”, por ejemplo la televisión, la imprenta o la radio) y las características de un medio de comunicación “punto a punto” (por ejemplo el teléfono) Además, ofrece la posibilidad de almacenar todas las trazas de comunicación, de modo que es posible aprovecharlas par obtener información relevante (por ejemplo, los sistemas de recomendación y valoración de libros entre usuarios, o la “librería personal” de Amazon)

Paralelamente, la misma tecnología que produce una “sobrecarga de información” también otorga a la información de consumo minoritario un valor que antes no tenía. Por ejemplo, el 20% de la facturación de Amazon proviene de productos que no venden más de un millar de unidades. Este fenómeno se conoce como “the long tail”, y está muy bien explicado en este artículo (podéis encontrar un muy buen resumen en esta entrada de wikipedia). Fijaos que fenómenos como el “long tail” son posibles únicamente en un medio como Internet, y por lo tanto abren horizontes de producción, gestión y distribución cultural totalmente nuevos.

Principios económicos de la infraestructura digital

Hasta aquí hemos hablado únicamente de información digital. Sin embargo, puesto que actualmente el medio natural de la información digital es la red, existen varios principios de economía digital que se refieren particularmente a la infraestructura en donde habita la información, pero que lógicamente aportan conocimiento esencial acerca de la información digital.

Shapiro y Varian hacen una bonita analogía para explicar el enorme potencial que Internet otorga a la información digital. Imaginaos, nos dicen, que inventamos una nueva botella que permite transmitir el vino instantáneamente a nuestra mesa. Vino blanco, tinto, reserva, joven… de transmisión directa al hogar y sin apenas costes de distribución, todo gracias a una nueva botella, una nueva infraestructura para el vino.

El vino es la información, y la botella es la red Internet. Dudo que alguien estuviera en contra de sacar todo el partido a semejante botella, pero sin embargo la información libre parece ser más peligrosa que el vino, y varios agentes sociales están interesados en imponerle limitaciones ☺

El valor de la red reside en su capacidad de dar acceso inmediato a la información, pero también en dar acceso a una cantidad de información inaccesible por otros medios. La visión económica de Shapiro y Varian minusvalora este “pero”, seguramente porque el artículo tiene algunos años, aunque también porque se trata de una visión puramente económica y, por ende, cuantitativa.

Sin embargo, sí es cierto que la infraestructura de la web es esencial. Se trata de una tecnología que incrementa el valor de la información digital, permitiéndonos:

  • Búsquedas complejas en milisegundos: localizar información inmediatamente
  • Asociar información: realizar asociaciones rápidamente (ej. título o letra de canción que contenga “Ana”, nombre de una amiga)
  • Conectar conocimiento sobre una pieza de información: recomendaciones de usuarios, sistemas de valoración colectivos… Internet permite distribuir información y, al mismo tiempo, permite la comunicación entre los consumidores de la información… El binomio “distribución+comunicación”, en un contexto plano sin jerarquías, consigue cosas extraordinarias
  • Distribución colectiva de la información

La economía de la información se basa a la vez en la información digital y su tecnología asociada… y por supuesto, en la imaginación de la gente para encontrarle utilidades al engendro. Pero en fin, la imaginación resulta difícil de parametrizar económicamente ☺

Otra característica esencial de la infraestructura de la información digital son los denominados “efectos de red”. Decimos que un producto está sujeto a efectos de red o “externalidades” cuando su valor depende del número de usuarios que ya lo poseen. Por ejemplo, el teléfono no tiene para mí ningún valor si mis amigos y familiares no tienen ya un teléfono. A medida que mi círculo de amistades dispone de un teléfono, el valor de la red telefónica aumenta, lo cuál hace todavía más atractivo el comprar un teléfono. Esta especie de “autoalimentación” se conoce como “positive feedback”.

Que una red esté sometida a externalidades y feedback nos impone un imperativo estratégico de crecimiento en nuestros proyectos en red. Es decir, en la red todo proyecto que quiera aprovechar todo su potencial (y que por lo tanto valga la pena llevar a cabo en la red) deberá aprovechar las externalidades y feedback, pero para ello es necesario disponer de un gran número de usuarios: el crecimiento es un imperativo estratégico.

Por ejemplo, las aplicaciones de intercambio de archivos musicales necesitan conectar a un gran número de usuarios, de modo que en todo momento sea posible encontrar un gran número de archivos musicales (externalidades). Cuantos más archivos musicales encuentre, más útil será la aplicación, y por lo tanto más usuarios van a utilizarla. Si más usuarios la utilizan, más archivos musicales estarán disponibles (positive feedback). Y así en un círculo de crecimiento eterno.

Sin embargo, la economía no nos dice cuál debe ser el número de usuarios que aseguran la utilidad de una red. Es más, no siempre se cumple que a mayor número de usuarios, mayor utilidad. Por ejemplo, la aplicación Soulseek permite el acceso a varias redes, clasificadas por los intereses musicales del usuario. Así, si nos gusta el jazz, podremos conectarnos a una red de usuarios que comparten archivos musicales de jazz: quizás no serán muchos usuarios, pero como todos los archivos de esos usuarios serán a priori interesantes, esta red tendrá mucho más valor para nosotros que otra red con muchos más usuarios y muchos más archivos que no nos interesan.

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